6.3.07

La Foto de la Discordia



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26.2.07

Donde dije digo, digo Diego...

Creencias, intuiciones y embustes es una excelente visión de Javier Marías, expone una generalizada opinión sobre los cambios dialécticos del ex-presidente José María Aznar. Publicado en El País del domingo 25 de febrero.


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Portada de La Vanguardia del día siguiente de la Rua de Barcelona. BqB y el Grupo Copera aparecen en primera página.



1.2.06



¿Qué es lo que tiene el carnaval de Curramba...?

Por: Mauricio Carrillo

Bailando calle abajo, con un gran disfraz de Marimonda. La gente alrededor siguiendo con la mirada nuestro ritmo y yo recordando a cada paso la frase tantas veces repetidas por los miembros de mi familia: “No es el disfraz de Marimonda, sino los brincos que hay que pegar”. En ese momento desperté. La fría y oscura noche del invierno catalán me recordó que el cumbiódromo se encuentra a más de 11.000 kilómetros de mi cama.

Los próximos carnavales de Barranquilla, que se celebrarán los días 25, 26, 27 y 28 de febrero, serán los sextos consecutivos que me perderé. Desde España no cuento el tiempo que he vivido fuera de mi ciudad por años, sino por número de carnavales no bailados. Aunque el eslogan del carnaval reza: ¡Quien lo vive es quien lo goza!, no ha pasado un año sin que lo haya vivido, aunque sin gozarlo.

Cinco meses después de mi llegada las primeras sensaciones de nostalgia aparecieron con la perplejidad que me causó tratar de disfrutar los carnavales de las localidades catalanas en España. Me resultó realmente difícil entender un carnaval más antiséptico. Poco después llegaron los informes de las fiestas el rey momo en ciudades como Tenerife o Cádiz y en regiones como Andalucía o la isla de Sicilia en Italia. En esos momentos confuso me preguntaba con más ahínco si cabe: “Pero ¿qué es lo que tiene el carnaval de Curramba?”

El primer carnaval al que me invitaron fue al de la localidad catalana de Sitges, situada a unos 40 kilómetros al sur de Barcelona, pueblo conocido en Europa por ser el domicilio en España del ex-entrenador del FC Barcelona Louis Van Gaal y porque el porcentaje de parejas gays que viven es uno de los más altos del continente. Datos que no tienen ninguna corelación por si les apetecía pensar algo. Como resultaba natural el carnaval estaba organizado y bailado por una parte de la comunidad gay del pueblo y se autoproclamaba el mejor carnaval de Cataluña y, por extensión, uno de los mejores de España. Al escuchar la invitación, me dije: -recordando el fandango que arman los gays en Barranquilla- “¿Un carnaval liberal, en Europa y al que van todos los pelaos y pelás de la región? ¡esto debe estar bueno!”. Acudí con mi grupo de amigos a disfrutar. En el autobús, chévere, tomando unos tragos como si estuvieramos en Barranquilla, un grupo de chicas nos preguntó por nuestras máscaras, en ese momento me tomé la palabra y les expliqué que eran del carnaval de Barranquilla, el mejor del mundo. Ellas prometieron visitarlo algún día cuando les expliqué que no lo decía por ser colombiano, ya que yo era suizo. Mis amigos soltaron la carcajada y desde ese día no me creen ni la mitad de lo que digo, mamadera de gallo que uno llama.

Al llegar a Sitges, tremenda decepción; imagínense un carnaval a 3 grados centígrados, toda la gente tapada hasta arriba y todo con un orden insultante. Nadie bailaba en las calles, todos esperaban en el andén a ver pasar las carrozas y alguna comparsa, si, arrastrado por la música (y la sangre) saltabas a la calle, venía la seguridad rápidamente y... en vereda nuevamente. El grupo de costeños acostumbrados a bailar cada calle y de llamar cachaco a todo pelao que no se moviera, no resistió tanta mordaza. De un momento a otro, algunos dicen que presa del alcohol, armamos un pequeño baile en una esquina que previamente habíamos tomado. Miembros de la seguridad quisieron apagar nuestros ánimos, pero rápidamente se dieron cuenta que el arrojo de una tierra carnestoléntica no se apacigua tan fácilmente.

La celebración del carnaval en Europa varía dependiendo de la zona donde se lleve a cabo, en la costa catalana el carnaval, como nosotros lo conocemos, tiene la gran duración de... un día. En otras localidades como Tenerife, Cádiz o en el sur de Italia dura los académicos cuatro días. Pero ello no implica que posea las mismas características del carnaval barranquillero. Las personas se disfrazan, eso es verdad, pero no se vive esa complicidad existente entre curramberos y su ciudad para vivir una fiesta que, en realidad, se lleva más de tres meses en jolgorio. En Tenerife las reinas visten unos trajes tan grandes que no apenas les permiten bailar, y uno se pregunta, “aja y ¿qué tiene que ver el caldo con las tajás?”. ¿Para qué tanta arandela si no se puede disfrutar? ¿Será que lo que tiene el carnaval de Curramba es que se vive más de lo que se mira?.

Afortunadamente, el tiempo del “mírame y no me bailes” ha terminado y los últimos años han sido más cercanos al carnaval para mí. En Barcelona un grupo de amigos y conocidos han fundado el Grupo Barranquilla en Barcelona. Esta asociación nació con el fin de reunir barranquilleros y cercanos a la cultura caribe que se encontraban lejos de las tierras de la arenosa y disfrutar así de reuniones bailes y alguna que otra delicia de nuestra idiosincrasia. Reunido, el grupo ha logrado aparecer en la celebración oficial del carnaval de Barcelona, una Rua donde bailan y desfilan todas las manifestaciones carnestolénticas del mundo, aunque sin contar con la participación de la ciudadanía. Es decir, una especie de carnaval artificial o antiséptico que volvería a decir yo.

En esta Rua el grupo ha desfilado a modo de comparsa y cumbión los dos últimos años, este será el tercero. El primer año, me invitaron a participar y bailé y disfruté al tener un grupo de cumbia amenizando mi desfile. La comparsa hacía su entrada en la Rua de la mano de tres mujeres guapísimas, una barranquillera, una guajira y una catalana. Enseguida venía un pequeño grupo de Marimondas haciendo delicias y, poco después, la cumbiamba propiamente dicha: cerca de 30 personas moviendo sus llamativos vestidos al ritmo de un grupo músical que nos hacía las veces de motor del alma para no llorar al recordar las tardes de carnaval en Barranquilla. El carnaval quien no lo goza también lo vive.

¿Que donde estaba yo? Bailando calle abajo, vestido con un gran disfraz de Marimonda. La gente, alrededor, mirando cómo llevábamos el ritmo y yo recordando a cada paso la frase tantas veces repetidas por los miembros de mi familia: “No es el disfraz de Marimonda, sino los brincos que hay que pegar”.